Lo de San Lorenzo pareció ser una continuidad del ciclo pasado. Es cierto que tuvo más tiempo la pelota y jugó la mayor parte del tiempo en campo rival, pero no tuvo ideas para romper la férrea defensa del rival. De hecho, tras un susto en el inicio por una mala salida de Gill, apenas contabilizó un solo remate directo al arco en la situación más clara del primer tiempo: el penal que falló Andrés Vombergar.
Fue una falta clara sobre el delantero de Glellel, que se lo llevó puesto después de un centro de Tripichio. Pero esta vez, después de un semestre perfecto desde los 12 pasos, la Bomba falló: quiso cruzarla, le dio fuerte pero salió casi al medio y el arquero del Cervecero controló abajo. Después de eso, poco y nada. Partido de pierna fuerte, como todos los de esta competición, muy cortado y sin llegadas que compliquen ninguna de las dos áreas.
En el complemento Quilmes se retrasó y mejoró un poco San Lorenzo, especialmente por el trabajo de Perruzzi en el mediocampo y Cerutti por el costado derecho. Sin embargo, abusó de los centros que casi siempre fueron despejados los defensores rivales. ¿Cuándo no lo hizo? Cuando Cuello anticipó a su marcador y Glellel se exigió para evitar el primero, pero eso recién fue a los 20 minutos…
Cinco más tarde, el Ciclón el momento que pudo haber cambiado el partido: roja por doble amarilla a Bindella tras falta a Cerutti y veinte por delante para ver si el equipo de Ayude podía torcer la historia. Pero no lo hizo. El equipo abusó de los envíos aéreos y apenas un buen disparo de Perruzzi tras un rechace (de otro centro) fue lo único medianamente claro que hizo para romper el marcador. Sobre el cierre fue sin ideas y la llave se fue a los penales.
En los doce pasos, San Lorenzo fue mejor. Gill trajo tranquilidad al atajar el tercer penal de la tanda a Gabriel Aranda y sus compañeros no fallaron: convirtieron los cuatro que patearon hasta que Francisco Flores, a préstamo de Boedo en Quilmes, la mandó a las nubes y el Ciclón el pasaje a octavos, donde se medirá a Tigre.
