Fue un partido cerradísimo. Para entender lo bien que ejecutó su plan el CASLA, el Bicho, top de los equipos más goleadores del torneo, prácticamente no tuvo chances de gol. Es cierto que tuvo el dominio y que quiso más, pero se jugó siempre como quiso Boedo: bien posicionado en el fondo, achicando espacios incluso en campo rival y con la concentración necesaria que cada ataque termine en centros que Gill, en su gran mayoría de veces, controló sin problemas.
Con Romaña mareado tras un golpe en el PT, Pitu Herrera hizo las veces del colombiano en el complemento. Y San Lorenzo no mermó en su idea. Entre el buen posicionamiento y los errores que le forzó al Bicho, el equipo de Russo empezó a salir del fondo y descansar en Muniain, que generó la mejor jugada del partido para el desahogo total. Iker metió una pincelada, metió un centro preciso Herrera y Vombergar le ganó de cabeza a su marca para el gol que por mucho tiempo pareció de la clasificación. Pero…
Tras el 1-0, los últimos minutos fueron muy buenos. Se mostró sólido, y con un local yendo adelante con pocas ideas. Y cuando parecía que el pase estaba consumado, uno de los tantos centros que mandó encontró a Molina para empatar en el cuarto minuto de descuento. Encima, casi se va todo por la borda 2′ después porque Sosa falló mandándola al lado del palo. Así, con sufrimiento, San Lorenzo y Argentinos se fueron a los penales. Y ahí, el delirio…
Lo del Ciclón es un milagro. Contra el caos institucional, contra la crisis económica, contra una huelga por sueldos impagos y contra todos los pronósticos, Gill tapó el octavo penal del Bicho y Gastón Hernández la mandó a guardar para que sea semifinalista. Con un grupo de futbolistas comprometidos y con la calma que transmite Miguelo, bajó a uno de los mejores del Apertura y ahora espera por River o Platense. Que la ilusión nunca se pierda…
