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Coincidencia sorprendente: apareció el autor de la cámara oculta a Moretti justo antes de su posible vuelta

Insólito giro en San Lorenzo: justo cuando se habla de la posible vuelta de Marcelo Moretti, Alejandro Rojas, quien grabó el polémico video, confesó su arrepentimiento y expresó que "quisieron hacerle una cama".

Idolatrado por muy pocos, repudiado por muchos, acusado en público, investigado en la Justicia, y ahora, paradójicamente, defendido por el propio Tribunal de Ética de la AFA que le abrió la puerta para su regreso. Justo en ese momento, cuando la vuelta de Marcelo Moretti parece inminente, apareció un nuevo capítulo inesperado: el arrepentido.

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Alejandro Rojas, hasta ahora un nombre desconocido, se puso frente a una cámara y decidió contar su verdad. Fue él, dice, quien grabó la cámara oculta que se volvió viral, la famosa secuencia de billetes, dólares al saco y todas las sospechas de coimas en el fútbol juvenil por el que hoy el presidente se encuentra de licencia indefinida. “Soy quien grabó el video de Moretti y estoy dispuesto a hablar“, afirma en un clip difundido por Doble Amarilla.

De arranque, Rojas admitió que lo hizo por dinero. “Me llamaron, me contrató una gente para hacer el video ese porque me pagaban”. Luego explicó que no improvisó. Recibió instrucciones precisas: “Lo que me pidieron fue ponerme los anteojos y grabar cuando recibía un dinero“. Y que, en realidad, el fajo de billetes obedecía a otra deuda que desconoce, no a un fichaje. “Quisieron armar algo como para perjudicarlo. No tengo nada en contra el señor Moretti. Después me peleé con esta gente y sí, era para hacerle una cama

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Si hubiese sabido que le iba a generar semejante problema, no lo hubiese grabado. Me arrepiento”, confesó, como si pudiera borrar de la memoria colectiva el video que marcó un antes y un después en Boedo. En sus palabras late una mezcla de culpa y deseo de reparación. “Ojalá pueda resolver su situación. El video le generó mucho daño a Marcelo y con esto que digo espero que pueda acomodarse un poco”.

El timing no parece casual. La renuncia de Julio Lopardo como presidente interino, la inacción de una Comisión Directiva aferrada a los cargos, el guiño de Chiqui Tapia desde Viamonte y la posibilidad real de que Moretti corte la licencia, todo confluyó en un escenario de ebullición. Y en ese clima, cuando los socios claman por elecciones anticipadas y el oficialismo se fragmenta, surge el arrepentimiento.

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