Llegó y revolucionó el Aeropuerto, donde lo esperaba una tropa de periodistas y algunos hinchas. Sí, Iker Muniain, con buzo negro y detalles azules y rojos en las mangas, ya empezó a sentir el color y el calor de la gente de San Lorenzo, el impacto de su incorporación, de la llegada de un europeo al fútbol argentino.
Escoltado por su gente, el vasco arribó junto a su pareja y sus padres con la intención de jugar con la camiseta del Ciclón. Apenas salió por la puerta de arribos internacionales, al volante le costó caminar para llegar a la combi que lo esperaba para trasladarlo. Sentado, a la espera que ponga primera, le firmó su primera camiseta a un Cuervo.
En el trayecto, Muniain pudo lanzar algunas frases ante el asedio de los medios. “Buen día, feliz de estar aquí“, respondió primero. Y después soltó cuando le preguntaron específicamente por el CASLA: “Va todo muy bien, vamos a ver si se puede dar“. Claro, a la espera de cerrar algunos detalles, Iker todavía se muestra cauto.
De vuelta en Buenos Aires, lo que sigue para el español será una reunión con los dirigentes para dejar todo listo y luego la revisión médica, que la hará a partir de las 15 horas. Si todo está OK, después firmará su contrato y mañana mismo empezaría a trabajar bajo las órdenes del Pipi Romagnoli en la Ciudad Deportiva.
A levantar las inhibiciones
Para que Muniain pueda estar en cancha, San Lorenzo antes deberá levantar dos inhibiciones que pesan ante la FIFA. Una de Fabricio Formiliano, al que le deberán abonar 140.000 dólares de contado porque ante el incumplimiento ya no acepta una nueva financiación, y la otra de Cristian Zapata por una cifra de alrededor de u$s 250.000 que sí estaría encaminada en hacerse en un plan de pagos.