La situación en San Lorenzo escaló a un nuevo nivel de tensión. Este jueves por la mañana, el plantel profesional decidió no entrenarse ante la falta de pago de los sueldos de febrero y el incumplimiento de las promesas realizadas por la dirigencia. La decisión fue tomada de forma unánime y en conjunto, a solo cuatro días del partido clave ante Argentinos Juniors, por los cuartos de final del Torneo Apertura.
Los jugadores estaban citados para comenzar la práctica a las 9.30, pero ante la incertidumbre y la bronca por la situación, se reunieron primero en el vestuario. Allí se produjo una charla interna que duró alrededor de 45 minutos. Luego de analizar lo ocurrido en los últimos días, optaron por no salir al campo de entrenamiento. Fue un mensaje directo a la conducción del club, que aún no logró resolver el conflicto salarial.
La decisión fue una consecuencia directa de lo que ocurrió ayer, cuando Julio Lopardo, presidente interino tras la licencia de Marcelo Moretti, se reunió con el plantel y el cuerpo técnico para explicar una situación insólita: el dinero que la AFA envió para saldar los sueldos llegó al club, pero fue depositado en una cuenta que está embargada judicialmente. Como resultado, 500 millones de los 700 millones de pesos girados quedaron bloqueados y fuera de alcance.
Lo más grave es que, según confirmaron fuentes del propio San Lorenzo, fue el club el que proporcionó el CBU de esa cuenta embargada. Un error administrativo que generó un problema financiero aún mayor. Aunque desde la dirigencia aseguran que están trabajando para recuperar el dinero, hasta el momento no hay garantías ni plazos concretos, lo que incrementa el malestar dentro del plantel.
Los futbolistas ya habían mostrado predisposición la semana pasada, cuando se les abonó solo una parte del sueldo de febrero gracias al adelanto de fondos otorgado por la AFA, condicionado a una reorganización institucional. Pero la cadena de errores y la ausencia de respuestas claras provocaron que el vestuario dijera basta. Por ahora, el plantel no se entrena hasta que se regularice la situación o al menos haya una solución firme sobre la mesa.
