Iker Muniain ya le puso punto final a su etapa como futbolista de San Lorenzo. Después de varios días de silencio, volvió al país exclusivamente para dar una conferencia de prensa en el estadio, explicó los motivos personales que lo alejaron del club y dejó en claro su cariño por el Ciclón. Sin embargo, su despedida todavía tenía un capítulo más.
Es que, además de resolver cuestiones administrativas vinculadas a la rescisión de su contrato y a la mudanza definitiva a España, este sábado Muniain se acercará al predio de Cardales con un propósito: despedirse personalmente de sus excompañeros —a quienes definió como “amigos increíbles”— y con quienes compartió momentos muy intensos durante su paso por Boedo.
El gesto de viajar a la concentración para decir adiós cara a cara no es menor. Muniain no se va como un jugador más: fue el capitán del equipo, un líder natural que intentó sostenerse en medio de un contexto complejo y que siempre asumió su rol con responsabilidad. En ese marco, su presencia en Cardales refleja el compromiso que mantuvo con el grupo hasta el último día.
La relación con el plantel siempre fue muy cercana. De hecho, durante la conferencia de prensa remarcó que mantiene contacto permanente con ellos y que todos fueron muy respetuosos en el día a día. “Cuando uno llega a un lugar hay que hacerlo bien, pero cuando se va también es fundamental irse bien”, aseguró con emoción.
Así, antes de emprender el vuelo de regreso a Bilbao, Muniain eligió cerrar su ciclo en San Lorenzo de la forma más humana posible: con un gesto silencioso pero profundo. Se va lejos, pero deja en Boedo una huella que trasciende los resultados.