San Lorenzo salió a jugar con el objetivo de ganarle a Huracán en su casa para recuperar la punta de la Zona B, ya que Rosario Central, Independiente y River ya habían sumado de a tres. Sin embargo, se topó con un rival mejor ordenado y astuto, no tuvo un buen rendimiento más allá de un pasaje en la primera mitad y el Globo le sacó el invicto en el torneo. Paso atrás para el equipo de Russo, que jugó uno de sus peores uno de sus peores clásicos de barrio…
El primer tiempo se jugó como quiso el Globo, que llevó las acciones al terreno de la fricción, la lucha y la intensidad. La historia arrancó compleja para el Ciclón porque en la primera de cambio, el local pegó: falta de Irala a Mazzanti en el vértice del área grande y buen anticipo de Pereyra en el primer que dejó sin reacción alguna a Gill. Entonces, en apenas 11 minutos, San Lorenzo se veía obligado a remarla desde atrás.
El partido fue cambiando de manos, al punto que el CASLA pudo empatarlo con una palomita de Cuello que dio en el palo y un derechazo alto de Braida en la continuidad de la jugada. Pero de a poco, en la medida que se le iban acabando la ideas y la falta de elaboración se hacía más evidente, el equipo se fue apagando. Ya sin ese ímpetu por irlo a buscar, Huracán emparejó y hasta se mostró más peligroso en el frente de ataque.
Russo cambió para el complemento. Reacomodó piezas cuando dispuso los ingresos de Cecchini y Cerutti por Báez e Irala, de otros 45′ iniciales preocupantes. Huracán se tiró atrás para contraatacar. A San Lorenzo las variantes le oxigenaron el ataque y el medio, ganó en intensidad y se sintió más cómodo para jugar e intentar llegar al empate. Fue siempre por los costados, pero le faltó juego interno y cada aproximación se terminó apagando en los metros finales.
En medio de una obvia frustración del Ciclón, el Globo mantuvo la cabeza fría y tuvo varias situaciones para aumentar la ventaja. Pero lo liquidó a los 89′, una confusión entre los juveniles Herrera y la definición de Cabral para un 2-0 que Huracán festejó como un campeonato. Para San Lorenzo, un golpe de realidad para un equipo que había tenido un arranque casi ideal, pero que de un momento a otro se quedó sin invicto, sin punta y las secuelas propias del cachetazo de un clásico.
