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“Es un orgullo que hasta el día de hoy la gente reconozca mi trabajo”

El Ingeniero recordó con cariño su paso por San Lorenzo, donde ganó el Clausura y la Mercosur 2001, y si bien admitió que siempre hubo contactos para repatriarlo, afirmó que "su carrera en Sudamérica está prácticamente terminada".

El paso de Manuel Pellegrini en San Lorenzo fue breve pero inolvidable. Allá por el 2001, el Ingeniero se puso el buzo azulgrana y consiguió el torneo Clausura, donde llegó a ganar los últimos 11 partidos de manera consecutiva y alcanzar un récord de 47 puntos en 19 fechas, y la Mercosur, que significó la primera copa internacional para las vitrinas del club.

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Rememorando viejos tiempos, el entrenador chileno concedió una entrevista en el Equipo Desafío y dejó varios títulos para destacar. “Independientemente de las emociones deportivas, lo que perdura en el tiempo es el compromiso con los jugadores para sacar a San Lorenzo de un momento institucional muy difícil. Encontré un grupo sin ninguna razón para creer, tampoco me conocían a mí en Argentina y lograr ese compromiso no fue fácil. Es un orgullo que hasta el día de hoy la gente reconozca mi trabajo”.

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A sus 66 años y con una larguísima trayectoria en Europa, donde dirigió al Villarreal, Real Madrid o Málaga en España, y al Manchester City en Inglaterra, entre otros clubes, hoy por hoy ve complicado su regreso a Boedo: “A mí me encantaría volver a dirigir en muchos clubes. Nada puede ser definitivo, pero fueron épocas que van a ser difíciles de repetir”

Después, agregó que en varias ocasiones tuvo charlas con el club para intentar repatriarlo: “He tenido muchas veces contacto con distinta gente de San Lorenzo, pero siempre he estado con contrato vigente. Tuve la fortuna de poder trabajar 20 años fuera de Chile, del 99 hasta el 2019. Creo que mi carrera como técnico en Sudamérica está prácticamente terminada. Vamos a ver el futuro para dónde nos lleva”.

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Más frases del Ingeniero. 

La charla que gestó al campeón del Clausura. “Cuando llegué me pareció que había hecho una gran charla delante del plantel. Se paró delante mío Coco Ameli, uno de los importantes referentes durante toda mi etapa, a decirme que todo lo que yo decía le parecía bien pero no había ninguna chance de cumplirlo porque el club no les pagaba hace dos años y no querían estar sometidos a esa presión. Ahí se me ocurrió decirle que si en dos años no han podido cobrar nada vamos a tratar hacerlo a través de la gloria deportiva. Juntemos la gente a favor nuestro y ellos les van a dar el cariño y el apoyo para lograr ese cobro de la deuda”.

Los cuestionamientos al estilo de trabajo. “No hacíamos fútbol en la semana, buscábamos el trabajo específico en espacios reducidos y el método empezó a cuestionarse, pero después le fue gustando un poco y lo más importante fueron los resultados. Arrancamos con resultados algo irregulares, ganábamos, perdíamos, empatábamos pero sentía que el grupo cada vez jugaba mejor y estaban más compenetrados. Después se soltó el grupo hasta llegar a un nivel difícil de volver a conseguir. Ganamos el campeonato y la Copa Sudamericana, pero lamentablemente a ese grupo no se le pudo pedir más”.

La conducción del grupo. “Es la parte más difícil que tiene un técnico, de captar los momentos, de ver cómo le puede llegar a cada uno de forma individual, de estar exigiéndole al grupo que esto es un trabajo colectivo y por más que uno esté bien si el resto no va en ese mismo camino es muy difícil obtener resultados. De lunes a sábado trabajábamos todos de la misma manera y el domingo al técnico le toca lo más difícil que es elegir a los once jugadores. El lunes tenés que volver a exigir de la misma manera para que el jugador responda. Eso se consigue con mucha cercanía, con mucha comunicación y conocimiento de cómo llegar a la personalidad de cada jugador”.

Los momentos más importantes. “Uno es el partido que perdimos contra River, que jugamos muy mal. Fue la última derrota que tuvimos. Me junté con Fernando Miele para ver qué se hacía y le dije que lo único que nos queda ahora era ganar los once partidos que nos quedan. Por suerte se produjo. También una victoria con Lanús con gol de Coco Ameli, perdiendo en dos ocasiones. Eso demostró todo el coraje que tenía ese grupo. Después van siempre distintas victorias con huracán, pero la victoria final. Ver ese camarín lleno de felicidad después del partido son cosas imposibles de olvidar”.

Su salida del club. “Fue muy difícil de evaluar. Primero por el cariño que le tenía al grupo de jugadores y a la institución. Por otro lado terminó el año, hubo elecciones, y Fernando Miele no pudo continuar. A mí al igual que los jugadores nos tuvieron todo el año sin pagar y si no nos pagaban en diciembre tenía una cláusula para salir. Incluso tuve conversaciones avanzadas con Mauricio Macri para ir a Boca. Después se acercó la nueva directiva y el presidente (Alberto Guil) me pagó toda la deuda. Se portó un fenómeno y cumplí mi contrato hasta junio. En diciembre llegó la devaluación del peso, mi conntrato era fuerte en dólares y me dijo que no podía seguir pagando”.

El semestre que ganó la Mercosur. “Fue extraño. Terminamos de ganar ese campeonato y después nos fuimos quince días a Miami para hacer la pretemporada sin jugar ningún tipo de amistoso cuando aún se debía mucho dinero. Volvimos intentando mantener el nivel motivacional lo más alto posible. No pudimos estar en los dos frentes y priorizamos la Sudamericana, que terminó en el segundo logro. Logramos centrarnos con el dicurso de que no podía ser que los otros grandes habían ganado una copa internacional y San Lorenzo no había ganado nunca. Fue otro de los momentos importantes para todo ese grupo”.

La lealtad de Rubén Cousillas. “Rubén fue una persona muy importante para mí durante toda mi carrera. Llegué a Buenos Aires, me reuní con Fernando Miele y me dijo que había salido hace poco del club pero creía que era una persona muy allegada a la institución y que me iba a ser útil como ayudante. Le dije que lo evaluaba durante los primeros meses y por suerte encontré una gran persona, con una lealtad imposible de fallar, con una entrega a hacer trabajos que a él le parecía nuevo pero ayudándome muchísimo en Buenos Aires y en el resto de mi carrera. El cariño de la gente es muy merecido”.

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