Pasaron más de diez años desde que Ángel Correa dejó San Lorenzo, pero recién ahora decidió hablar a fondo sobre su salida del club. Lo hizo en una entrevista con Los Edul, el canal de YouTube de los hermanos Esteban y Gastón Edul, y no se guardó nada: apuntó contra la dirigencia de aquel entonces, recordó el momento más difícil de su vida y, a pesar de todo, dejó en claro su amor por la gente azulgrana.
“De San Lorenzo me fui mal con la dirigencia que estaba porque vine a hacerme la revisión y me salió el problema del corazón”, explicó Correa, quien fue operado en 2014 de un tumor benigno en el corazón apenas se confirmó su transferencia al Atlético de Madrid. Esa afección cardíaca lo obligó a pasar por el quirófano y postergó varios meses su debut en el equipo de Diego Simeone.
En ese momento, la dirigencia del club estaba comandada por Matías Lammens y Marcelo Tinelli, que encabezaban el ciclo más exitoso de las últimas décadas, pero también tomaron decisiones que, según Correa, lo dejaron solo en su situación más delicada: “A ellos solo les importaba venderme y yo no sabía si iba a volver a jugar. Por eso nunca hablé del club, pero guardo un grandísimo recuerdo de la gente”.
Aunque se sintió dolido con los dirigentes, Correa dejó en claro que nunca rompió el vínculo emocional con el club: “De la gente de San Lorenzo guardo un grandísimo recuerdo, no me olvido que me dieron pensión, me dieron comida y educación, les tengo un cariño enorme. Tuve la suerte de salir campeón del torneo y de ganar la Libertadores”.
Hoy, tras más de una década en España y campeón del mundo con Argentina, el ex 10 del Ciclón se permite mirar hacia atrás con gratitud a San Lorenzo, diferenciando de aquel episodio que atravesó con los dirigentes de turno: “Soy consciente de eso. Yo sé que ellos me quieren, yo también y agradezco que hoy en día estoy en Atlético por salir de San Lorenzo”.
Correa debutó en San Lorenzo en 2013, fue campeón del Torneo Inicial ese mismo año y parte fundamental del equipo que ganó la Copa Libertadores 2014. Su venta al Atlético se cerró en 7,5 millones de euros, pero nunca pudo despedirse en cancha: ya estaba en plena recuperación de su operación cuando el Ciclón se coronó en América.