A mediados de julio de este año, tras el Mundial de Clubes, Palmeiras había ofertado 1,5 millones de dólares para quedarse con el 25% del pase de Agustín Giay que todavía pertenece a San Lorenzo. En ese momento, la dirigencia azulgrana desestimó la propuesta porque consideraba que el monto era demasiado bajo para un jugador que ya había sido vendido en 7,5 millones por el 75% tan solo un mes antes. Ahora, cuatro meses más tarde, el tema volvió a escena.
Pero esta vez, el escenario cambió por completo: sería San Lorenzo quien ofrece vender ese porcentaje de manera anticipada. Según informó Leandro Alves en La Cicloneta, el club intenta desprenderse del porcentaje por una cifra cercana a 1,2 millones de dólares, con el objetivo de obtener liquidez inmediata en medio del profundo descalabro económico e institucional.
La necesidad de dinero es tal que, aun sabiendo que el valor futuro podría ser mucho mayor, la dirigencia encabezada por Marcelo Moretti busca acelerar una operación que hace unos meses rechazó. El club brasileño entiende la situación crítica del Ciclón y prefiere esperar a que se ordene la institucionalidad para saber con quién negociar, cómo se instrumentaría la operación y qué garantías habría para completar la compra.
La claúsula millonaria de Giay y su proyección europea
Giay, que hoy es una pieza importante del equipo paulista, renovó su contrato con una cláusula de 100 millones de dólares, y viene acumulando interés europeo. Durante el último mercado de pases, la Roma fue uno de los clubes que preguntó por él y llegó a mencionarse una posible oferta cercana a los 20 millones.
Con ese escenario, mantener el 25% podría representar para San Lorenzo una ganancia futura de alrededor de 5 millones de dólares si se concreta una venta europea. Sin embargo, al parecer, la urgencia financiera para esta cuestionada dirigencia pesa más que la proyección deportiva y económica.
Entre los hinchas crece la preocupación: aun si Palmeiras acepta la compra, la gran duda es si ese dinero realmente entrará al club o si, como temen muchos socios, terminará diluyéndose en el torbellino dirigencial que envuelve a la gestión de Moretti.
