El semestre terminó con un golpe duro para San Lorenzo, tras la eliminación en semifinales del Torneo Apertura. Con el plantel licenciado y cada jugador procesando la derrota a su manera, Iker Muniain eligió el silencio… hasta que una imagen lo volvió a poner en escena. Esta vez, lejos de Boedo, pero con un detalle que le esbozó una sonrisa a más de un hincha.
El vasco, que atraviesa sus días de descanso en Bilbao junto a su familia, fue visto en un torneo infantil en el que participó su hijo. Y entre saludos, fotos y momentos familiares, hubo algo que no pasó desapercibido: en su muñeca, Muniain llevaba pulseritas con los colores azulgranas de San Lorenzo. Un gesto sutil, pero con peso simbólico.
Porque mientras en Boedo todavía se habla de su futuro —y no hay certezas sobre si seguirá o no—, verlo con los colores puestos en plena tierra vasca se sintió como una caricia para los cuervos. Más aún cuando su continuidad está en duda: a partir de junio se activa una cláusula que le permitiría finalizar su contrato antes de diciembre de 2025, si así lo decide.
En este contexto de incertidumbre institucional y un nuevo ciclo por comenzar de la mano de Damián Ayude, Muniain se tomará su tiempo para definir qué hará. Desde su entorno afirman que analiza todo con calma: el proyecto deportivo, la inestabilidad del club… y también lo personal, porque sus hijos siguen viviendo en España.
El futbolista no hizo declaraciones. Sólo se expresó días atrás con un mensaje sentido en redes, destacando el orgullo por sus compañeros e hinchas pese a la caída ante Platense. Pero ahora, sin decir una palabra, una simple pulsera volvió a conectar a Muniain con San Lorenzo. Y aunque todavía no haya señales concretas sobre su decisión, el gesto quedó.
Una imagen. Un detalle. Y un sentimiento que por ahora se mantiene vivo.
