En medio de una tormenta institucional cada vez más profunda, San Lorenzo sigue sin encontrar el rumbo. Con el club inmerso en una crisis económica sostenida, la presión creciente de la AFA, los pedidos de elecciones anticipadas y el escándalo que involucra al presidente con licencia Marcelo Moretti, en Boedo reina la incertidumbre. Pero mientras tanto, la CD comandada interinamente por Julio Lopardo empieza a definirse decisiones clave de cara al futuro inmediato.
Una de ellas, quizá la más sensible, tiene que ver con las inhibiciones que hoy le impiden al club incorporar refuerzos. Pese a que el entrenador Damián Ayude solicitó incorporaciones para completar un plantel diezmado y con varios juveniles haciendo sus primeras armas, hoy la postura mayoritaria en la dirigencia es no levantar las sanciones. Y no porque no haya dinero, sino porque la prioridad es otra.
El dinero de las ventas, sin destino deportivo
En las últimos semanas, San Lorenzo recibió ingresos por tres vías: la venta de Malcom Braida a Boca, la transferencia de Elian Irala al fútbol de Emiratos Árabes, y un resarcimiento económico por la salida anticipada de Miguel Ángel Russo, también al club de la Ribera. Además, debería entrar dinero sobre derechos de formación por las ventas de Ángel Correa (de Atlético Madrid a Tigres) y Tomás Conechny (de Alavés a Racing).
Sin embargo, todo ese dinero sería destinado a cubrir gastos operativos, como sueldos, logística y funcionamiento general del club durante el segundo semestre. No hay desdoblamiento ni partidas específicas para refuerzos: todo va al gasto lineal, en una estrategia de supervivencia que busca evitar que el club entre en parálisis total.
Desde lo deportivo, el argumento que sostiene esa postura es que el mercado de pases está prácticamente cerrado (quedan apenas tres días) y que no se justifica invertir en levantar las inhibiciones si no hay un refuerzo que realmente cambie la ecuación. “No vamos a traer por rellenar”, repiten en voz baja dentro de la estructura azulgrana.
Más de 2 millones en inhibiciones… y contando
Hoy, San Lorenzo arrastra seis sanciones de FIFA que lo inhabilitan para incorporar. El total adeudado supera los 2 millones de dólares (más intereses), repartidos entre diferentes compromisos impagos: una cuota pendiente al Monterrey por la compra de Adam Bareiro, el incumplimiento de un plan de pagos con Diego “Torito” Rodríguez, dos cuotas acordadas con Cristian Zapata, una deuda salarial con Johan Romaña, y hasta una multa administrativa impuesta por FIFA. Todo eso sigue vigente. Y si bien algunos directivos proponen saldar estas deudas, por el momento prevalece la idea de patear el conflicto para adelante.
El riesgo es claro: las deudas seguirán generando intereses y San Lorenzo no está exento de recibir nuevas inhibiciones en los próximos meses. De no resolverse a tiempo, el club podría enfrentar el próximo mercado de pases con una mochila todavía más pesada que la actual. Pero en el contexto de caos institucional, parece que ganar tiempo se impone otra vez sobre tomar decisiones de fondo.