El número es accesorio, tanto como lo es un resultado de fútbol. En Rubén Insúa, las estadísticas son apenas una estela residual que los periodistas utilizamos para llenar estas páginas. Lo del Gallego está más allá de los 90 minutos. No fue un chamuyo eso que dijo en el inicio del ciclo, que por estas horas cumple ya un año: “Estoy en el lugar que siempre quise estar”.
La mecánica de trabajo que el técnico le imprimió al club vino también acompañada con un guion surrealista, que ningún escritor se habría animado a escribir. Es sinónimo de sacrificio, de contagio, de sentido de pertenencia, de generar mucha más ilusión por ganar que miedo a perder. De que los hinchas tengan ganas de ir a la cancha. De alentar como hace muchísimo tiempo no se hacía.
Con Insúa, un equipo que parecía devastado tuvo una evolución enorme en lo futbolístico pero mucho más fuerte en lo mental. Gestionó, recuperó jugadores que cambiaron viejos murmullos y hasta silbidos por aplausos, le fue dando pista a los juveniles. Y así, con otra cabeza, San Lorenzo empezó por no perder los partidos que antes perdía y terminó ganando los que antes no ganaba.
Rubén Darío Insua, ídolo de nuestro Club y Cuervo de alma, es el nuevo entrenador de #SanLorenzo
Mañana por la mañana firmará contrato y dirigirá su primera práctica en Ciudad Deportiva. Al mediodía, brindará una conferencia de prensa.
💙❤️ ¡Bienvenido a casa, Gallego querido! pic.twitter.com/RuCIqZVKQg
— San Lorenzo (@SanLorenzo) May 18, 2022
Su eternidad ya está escrita en las páginas doradas de San Lorenzo, entre otras cosas, por el gol que le dio el ascenso como jugador y con la conquista de la Copa Sudamericana en su primer ciclo como entrenador. Y son varios los episodios de esta serie que promete seguir un tiempo más, pero que ya será para siempre. Y es que el Gallego ya se ganó el amor después del amor.