San Lorenzo salió con una predisposición diferente a la de los partidos pasados. Un poco por méritos propios y otro, fundamentalmente, porque Huracán esperó para intentar aprovechar algún espacio que quedara en el fondo del local. Pero si pensaba que ganar en posesión sería lo mismo que ganar en claridad, se equivocó de manera rotunda.
Básicamente porque nunca plasmó una propuesta clara para usufructuar la tenencia. Lo mejor estuvo por su costado derecho, con un Cerutti activo y que tuvo la única de peligro de los primeros 45 minutos, con un remate cruzado que tapó abajo Marcos Díaz. Pero, claramente, había un equipo con poca capacidad de pisar el área. Centurión intentó, Martegani jugó lejos del arco y, encima, no resolvió bien la pelota parada.
Ya con Braida en cancha, que ingresó por Cerutti (lesionado), el arranque del complemento no fue el mejor para Boedo. La sensación que dejó en cancha fue la de un equipo perdido. Ayudado por su gente, al mismo tiempo llegó la reacción se chocó con su falta de contundencia. Centurión mandó un derechazo cruzado apenas desviado después de una buena individual de Martegani. Al ratito, Ricky metía el primero pero el gol fue anulado por posición adelantada.
Los minutos finales fueron un manojo de nervios. Con apenas algunos avances, Huracán empujó como pudo y logró aproximarse al arco de Torrico, algo que San Lorenzo no pudo conseguir jamás a excepción de un zurdazo de Blandi desviado tras una intervención de Marcos Díaz ante el juvenil Leguizamón.
Apenas un puñado de aplausos bajaron para premiar el esfuerzo y la entrega. Pero está claro que el punto no le sirve a San Lorenzo, que llegó al clásico lleno de ilusiones después del buen triunfo en Córdoba y terminó el partido con Huracán con las mismas dudas de siempre…