Pocas emociones más allá que la superioridad. El equipo de Romagnoli tuvo buenas intenciones y la tenencia casi total. Intentó ser punzante por los costados y dispuso de algunos remates de afuera del área de Arias y Báez que fueron contenidos por Durso. Sin embargo, salvo esas excepciones, cada intento de ataque se terminaba diluyendo en tres cuartos de cancha.
Atlético Tucumán, en cambio, se agazapó y tuvo la más clara del primer tiempo en un error compartido entre Arias y Altamirano: el juvenil se la dio exigida, el arquero se lanzó para atraparla pero se le escapó y el pibe se revindicó salvando sobre la línea el remate de Tesuri que pedía gol. Poco más para Boedo…
En el complemento la tendencia fue la misma, con el Decano esperando la contra y San Lorenzo buscando sin profundidad. Por eso, lo más peligroso recién llegó a los 22′: primero el remate de Bustos que se desvía en un rival y pega en el travesaño; y enseguida, el rebote que captura Reali y encuentra la enorme salvada de Romero. Un ratito más tarde, otro disparo de Bustos luego de una recuperación propia en salida que salió cerca.
Tras esas llegadas del ex jugador de Talleres, San Lorenzo fue un descalabro. Trató de ir, se descuidó en el fondo y Altamirano lo salvó dos veces ante dos disparos de media distancia de Coronel. Pero en el quinto minuto de descuento, el arquero volvió a cometer una grosería mandando una pelota sin demasiadas complicaciones al córner y de ahí llegó el gol de Tesuri. Historia sentenciada.
Consumada la derrota, la gente empezó a cantar contra los dirigentes e inmediatamente le apuntaron a un nombre propio: Marcelo Moretti. Y a diferencia de otras veces, los jugadores fueron los castigados con silbidos e insultos cuando se retiraron del campo de juego. Y no es para menos: eliminados de la Copa Argentina, 7 puntos en 9 partidos de la LPF y, encima, un fixture más que complejo por delante…
