San Lorenzo jugó más de una hora con un futbolista de más, pero nunca encontró la manera de imponerse en el Nuevo Gasómetro. El clásico frente a Huracán terminó 0-0 y dejó un sabor muy amargo: el equipo de Damián Ayude mostró empuje, aunque careció de ideas para quebrar el partido y hasta casi lo pierde por una contra insólita…
Primer tiempo: un arranque adverso y una expulsión que cambió todo
El clásico comenzó con un desarrollo incómodo para San Lorenzo. Durante la primera media hora, Huracán fue más claro en el manejo de la pelota, se adueñó del mediocampo y jugó más cerca del arco de Orlando Gill, aunque sin generar situaciones netas de peligro. El Ciclón, en cambio, no encontraba precisión ni ritmo para imponerse en su casa.
Sin embargo, a los 25 minutos llegó la jugada que modificó el partido. Giménez, que venía forcejeando con Ignacio Perruzzi dentro del área, reaccionó con un codazo cuando el juvenil ya le había ganado la posición. El árbitro Nicolás Ramírez lo vio, no dudó y le mostró la roja directa, dejando al visitante con diez jugadores.
A partir de allí, el equipo de Damián Ayude asumió el protagonismo que el contexto exigía: localía y superioridad numérica. Mejoró en terreno y en posesión, pero no logró traducirlo en chances claras. Lo más peligroso fueron dos remates de media distancia: uno de Elías Báez y otro de Fabricio López, ambos desviados por encima del travesaño.
Segundo tiempo: empuje sin claridad y susto en el final
En el complemento, San Lorenzo empujó con más decisión que ideas. Parecía que se iba a llevar puesto a Huracán. De inicio, Ramírez le anuló un penal vía VAR por offside previo de Cerutti. Pero se quedó en eso. Ayude movió el banco para refrescar la ofensiva: mandó a la cancha a Ladstatter, Gulli y Salinardi. Sin embargo, la búsqueda terminó siendo previsible, con centros aislados y sin profundidad para inquietar a Galíndez.
El paso de los minutos generó nerviosismo en el equipo y en la gente. Y en ese contexto, fue Huracán quien tuvo la chance más clara del partido. A los 36′, Elías Báez perdió la pelota en la mitad de la cancha, Tissera se escapó en soledad, encaró a Gill y definió apenas al lado del palo izquierdo, silenciando por un instante el estadio.
El Globo se aferró al empate con inteligencia, manejó los tiempos y estuvo cerca de llevarse todo con esa contra. Para San Lorenzo, en cambio, el 0-0 fue un resultado pésimo: jugó con un hombre más durante más de una hora, pero nunca encontró la fórmula para quebrar a su clásico rival. Se escucharon algunos silbidos: la gente se fue decepcionada.
