No estuvo San Lorenzo en el primer tiempo. De principio a final se jugó como quiso Newell’s. Ya había avisado antes del gol, y eso que fue a los 5 minutos cuando Armando Méndez pasó por arriba a Braida y le mandó un centro rasante a Ramírez para el 1-0. Lo que siguió también fue de la visita, que seguía llegando fácil mientras los jugadores del Ciclón, dormidos, veían como eran superados en cada dividida.
Recién a partir los 20′ se empezó a acomodar el equipo de Romagnoli. Intentó, pero no tuvo ingenio y chocó más de lo que jugó. No pasó nada hasta un remate muy forzado de Tarragona que tapó sin problemas Macagno. En medio de esto, el clima hostil por parte de la gente que no solo estaba decepcionada por lo que veía en cancha sino que también se volvieron a acordar de los dirigentes, con el mismo hit que tronó vs. Huracán.
En el segundo tiempo Romagnoli movió el banco y cambió de esquema para tratar de dar vuelta la historia: metió a Herazo por Barrios apostando por el doble 9 entre el colombiano y Tarragona. Y mejoró San Lorenzo con esa fórmula. Creció de la mano de Remedi y de un Leguizamón que estuvo mucho más activo y generó la más clara con un zurdazo potente con el que exigió a Macagno.
Y, por fin, llegó lo que merecía San Lorenzo. A los tumbos, sí. Pero lo merecía. Había guapeado Romaña pero mandó un centro flojito y como el rechazo de Velázquez fue defectuoso, entre varias piernas Seba Blanco, que había entrado minutos antes por Remedi, remató desde el césped y agarró distraído a Macagno para el 1-1.
Después del empate al Ciclón le sobró coraje y casi pudo ganarlo por una remate de Braida que sacó del ángulo Macagno. Pero no pudo más en un ida y vuelta que se volvió frenético, con errores de ambos lados y en un partido que pudo ser para cualquiera.
