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Gana en confianza: San Lorenzo venció a Peñarol con una bomba de Reali

Con un gran zurdazo del extremo, el Ciclón impuso por 1-0 al Carbonero y consiguió su segunda victoria consecutiva de la pretemporada.

Primer tiempo flojo. Con dos equipos con esquema espejo que no dio lugar para las sorpresas: se cubrieron espacios, no hubo cambios de ritmo y se neutralizaron en tres cuartos de cancha porque ninguno tuvo argumentos para pisar el área de enfrente con peligro. Apenas un remate de Matías Reali desde lejos, que igualmente controló De Amores, fue el tibio intento del equipo de Russo.

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Lo mejor, sin dudas, fue el rendimiento que tuvo Orlando Gill. El arquero de 24 años se mostró seguro por arriba, también saliendo por abajo y tuvo dos intervenciones destacadas. En la embolsó sin mayores complicaciones un disparo de Olivera, pero en la segunda sí tuvo que exigirse sacando al córner un gran tiro libre de Leo Fernández que, al fin y al cabo, terminó siendo la jugada más peligrosa de esa primera mitad.

En el segundo tiempo, Peñarol arrancó mejor. Los dirigidos por Diego Aguirre tuvieron la posesión y se aproximaron con algunos centros que recorrieron el área de Gill. Sin embargo, el que golpeó fue San Lorenzo. Lo hizo con un bombazo de Matías Reali, al que minutos antes le habían cobrado un offside increíble cuando encaraba al arquero rival: el extremo recibió de Cuello y metió un tremendo zurdazo que se le hizo inatajable a De Amores. Golón y festejo para Boedo.

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Inmediatamente después de la ventaja, el momento de la rotación. Muchísimos cambios en ambos equipos que hicieron difícil que se pueda mantener el ritmo. Para Boedo, Russo le dio la posibilidad de jugar a varios pibes (debutó Agustín Ladstatter, que la viene de romper en Reserva), volvió a darle minutos a Emanuel Cecchini (el único refuerzo del mercado) e ingresó el polémico Maximiliano Zelaya, el defensor de 27 años que también se estrenó con la azulgrana.

En ese contexto, Peñarol se adueñó de la pelota, pero no generó peligro en ningún momento. Un poco por propia impericia y otro por las intervenciones de Gill, que cortó con seguridad cada intentó aéreo del Carbonero y terminó redondeando una noche impecable.

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