San Lorenzo está en la búsqueda de un arquero, eso está claro. Y más aún con la lesión que sufrió Facundo Altamirano, quien probablemente se pierda lo que resta del semestre. El nombre que se instaló por Boedo hace algunos días es el de Andries Noppert, el holandés de 30 años y 2.03 metros de altura que confirmó el interés y reconoció sus ganas de venir para Argentina.
Sin embargo, más allá del deseo del futbolista europeo, el freno de mano lo pone Miguel Ángel Russo. Se sabe de antemano que al DT no lo convence porque no habla español y que el arquero que pretende incorporar es Washington Aguerre, que quedó libre de Peñarol pero sus pretensiones económicas están muy alejadas de lo que puede pagar el Ciclón.
“Más allá de que me guste o no, yo soy muy cauteloso. Hay muchas cosas que se inflan demasiado y que salen sin el visto bueno de nadie“, dijo Russo en la previa al choque con el Boso cuando le consultaron por Noppert, con el que la dirigencia se comunicó pero no avanzó con el club dueño de su ficha, el Heerenveen, porque todavía no tiene el visto bueno del entrenador.
Y agregó, sobre las informaciones que se filtran: “Yo mismo soy el que pide silencio para que todo llegue a buen puerto. No se puede decir todo antes de que alguien tenga una reunión o algo. Respeto al periodismo, pero es la realidad. Lo que se hace en silencio, se hace. Lo que aparece por todos lados es muy difícil“.
Benjamín Lecomte, el arquero francés ofrecido
Durante la transmisión del amistoso con Nacional se conoció otro arquero europeo que fue ofrecido a San Lorenzo: Benjamin Lecomte. Se trata de un francés de 33 años que sí habla el idioma, ya que jugó en Atlético Madrid y Espanyol de Barcelona, y que actualmente es titular del Montpellier, equipo que va último en la Ligue 1 y en el cual le convirtieron 34 goles en los 14 partidos que disputó en la temporada.
“¿Quién?”, repreguntó Russo cuando post partido le consultaron por el futbolista nacido en París. “Eh, ¿tanto? Inglés sé. Francés, no. Tengo que estudiar”, agregó con alguna que otra risa de por medio. Y luego fue por más: “No digo más yo. Pero… no me hagan estudiar francés”.
