En San Lorenzo impera la incertidumbre. Sin fútbol de por medio y con los jugadores en modo vacaciones, la escena política va tomando cada vez más protagonismo porque la agrupación que se imponga en las elecciones del domingo 17 deberá resolver varios frentes abiertos, como por ejemplo la continuidad de algunas piezas clave, los jugadores que se van y los que llegarán en el próximo mercado de pases.
En este contexto, la única certeza en Boedo es la de Rubén Insua. Pese a que finaliza su contrato el 31/12, el entrenador ya mantuvo charlas con todos los candidatos y hay unanimidad: seguirá al frente del equipo. Entonces, a la espera de lo que dirán las urnas, solo quedará sentarse con la nueva dirigencia, lógicamente arreglar los detalles de su nuevo vínculo y oficializar lo que será la continuidad de este ciclo.
A partir de ahí llegará el momento de resolver todas las situaciones que todavía están pendientes. Insua ya planifica el 2024 con exigencias claras: pidió comprar a Augusto Batalla y mantener a Facundo Altamirano, retener a Manuel Insaurralde, mantener la base del equipo y traer al menos seis o siete refuerzos para encarar la Copa Libertadores. “Tenemos que armar un plantel fuerte y competitivo“, comentó hace algunos días.
El Gallego le cambió la cara a San Lorenzo
Cuando Insua volvió a Boedo, sabía que se metía en un club donde desfilaban los técnicos. Incluso, el fantasma del descenso empezaba a asomar porque debía sí o sí engrosar el promedio. Empezó por no perder los partidos que antes perdía, los hinchas cambiaron insultos por aplausos a varios jugadores resistidos y con orden y mucho sacrificio comenzaron a cumplirse de a poco los objetivos.
Entró a los playoff de la Sudamericana 2023 y alcanzó los octavos de final. Llegó a la semifinal de la Copa Argentina. Fue tercero en la Liga Profesional y si bien no tuvo un buen desempeño en la Copa de la Liga, el sprint final le alcanzó para volver a meter a San Lorenzo en una Copa Libertares. Con un panorama totalmente opuesto al de hace un año y medio, ahora alienta la ilusión de volver a ganar un título y por eso los cuatro postulantes a presidente quieren que se quede.