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San Lorenzo y un empate con sabor amargo para despedir el torneo

Con un golazo de Martegani, el Ciclón igualó 1-1 con Racing en el Nuevo Gasómetro y cerró una terrorífica Copa de la Liga sin victorias de local.

Fue empate 1-1 contra Racing en el último capítulo de una película de terror que atraviesa San Lorenzo en lo institucional. Desde lo deportivo terminó dejando una buena imagen a partir del impulso de los pibes, la gente lo entendió y el Nuevo Gasómetro estuvo lejos de ser el calvario de los últimos partidos. Ahora llega el momento de reorganizarse, dejar de lado las disputas políticas y tratar de encauzar el destino del club…

El Ciclón le cerró los caminos a Racing, le entregó la pelota al rival y apostó a los contraataques, como en los partidos que le dieron resultados contra Unión y Newell’s. La fórmula salió bien porque le dieron un par de oportunidades de abrir el marcador, pero se topó con la figura de Chila Gómez, que le tapó una doble a Martegani y un tiro libre que pedía ángulo de Cerutti.

Cuando se iba el primer tiempo, el mejor pase de La Academia fue de Jalil Elías. El volante quiso cambiarla de lado, pero se la puso en el pecho a Garré, asistió a Correa y el delantero definió a un rincón en el primer tiro al arco de la visita. En la última, el Ciclón tuvo el empate por un cabezazo de James y otra vez no pudo con el arquero de Racing, que metió un manotazo salvador para mandarla al córner.

Pese a que Gómez otra vez le tapó un remate de cabeza a James en el arranque del segundo tiempo, en esta ocasión de sobre pique, Racing se fue acomodando en el partido y pudo tener la chance de estirar la ventaja si acertaba en los metros finales. Sin embargo Martegani, que hasta el momento no había tenido su mejor noche, sacudió la red con un zurdazo espectacular de 40 metros y llegó el 1-1, más acorde al desarrollo del clásico.

Al toque ingresaron Ortigoza por Giay y Blandi por Uvita Fernández, pero los cambios de Berón frenaron el envión de San Lorenzo y Racing, que también movió el banco, tuvo buena parte de la posesión hasta el pitazo de Espinoza que sentenció el final de otro torneo terrorífico para Boedo, en el que acumuló apenas tres victorias (las tres de visitante) y nunca pudo ganar como local.