Se viven horas de incertidumbre. De broncas acumuladas. Y también de mucho desgaste. El futuro es una incógnita en San Lorenzo. Los jugadores no saben quién los va a dirigir en el arranque de la pretemporada. Agarrar este equipo, sobre todo en este momento, no es un desafío para cualquiera. Y tampoco es un reto que todos estén dispuestos a aceptar.
Pasaron dos meses desde que Paolo Montero dejó de ser el técnico. Se fue después del 1-3 contra Lanús, el 21 de octubre, y los dirigentes aún no lograron resolver quién va a ser su sucesor. Luego del partido ante Newell’s, se terminó el cuarto interinato de Diego Monarriz y el plantel está de vacaciones hasta el 3 de enero. La idea es que para esa fecha el nuevo entrenador ya se encuentre en funciones, pero la búsqueda ya se hace una carrera a contrarreloj.
En Boedo saben que no será fácil encontrar un técnico. Quien asuma se encontrará con un panorama caótico. La dirigencia está fragmentada. El equipo jugará copas internacionales. Y los problemas económicos se van acumulando. Todavía no se le pagó a Palestino por el pase de Paulo Díaz y el Ciclón sigue inhibido para incorporar. Para colmo, varios jugadores reclaman deudas y están esperando que se pongan al día.
Las principales opciones que barajaron los directivos se fueron cayendo de a poco. Gabriel Heinze fue el primero en rechazar la propuesta azulgrana. Hernán Crespo también le dijo que no (aunque todavía no lo descartan porque no tiene club). Luis Zubeldía fue otro que se bajó. Y ahora, aunque parezca una misión imposible, todavía esperan que Cacique Medina de el sí declinando las ofertas de Talleres e Inter de Porto Alegre.
A 13 días del primer entrenamiento del 2022, la gran pregunta que se hacen los hinchas, que ya se han expresado en contra de Marcelo Tinelli, Matías Lammens y la Comisión Directiva desde su vuelta a las canchas, es quién agarrará este fierro caliente y le dará un poco de paz a un San Lorenzo que da la sensación que está a la deriva tanto en los despachos como en la cancha.